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La artrosis de rodilla es la mayor causa de discapacidad en edad avanzada

La artrosis es una enfermedad crónica que afecta a las articulaciones. Puede afectar a cualquier articulación, aunque las más frecuentes son las de las rodillas, manos, caderas y columna vertebral.

La artrosis de rodilla o gonartrosis supone la destrucción paulatina del cartílago, bien sea por envejecimiento, por un traumatismo, anomalías en las articulaciones, condicionantes genéticos, etcétera.

No es exclusiva de la vejez, aunque aumenta su frecuencia con la edad y es más común entre las mujeres que entre los hombres.

 

Desgaste del cartílago debido a la artrosis de rodilla
La artrosis de rodilla supone el desgaste del cartílago y es una causa frecuente de discapacidad.

 

Según el estudio EPISER (Estudio de la Prevalencia de Enfermedades Reumáticas de la Población Española), de la Sociedad Española de Reumatología, los pacientes entre 50-59 años presentan un 9,8% de artrosis de rodilla, entre 60-69 años el 28,1%, llegando al 33,7% en los pacientes entre 70 y 79 años.

Después de estos datos es lógico pensar que el actual envejecimiento de la población esté convirtiendo a la artrosis de rodilla en un problema de grandes dimensiones sociales y económicas.

Además, esta enfermedad es una de las principales causas de discapacidad en edad avanzada. El 20% de los enfermos no pueden caminar más de 500 metros consecutivos.

Factores que influyen en la aparición de la artrosis

Hay una artrosis de rodilla que médicamente se denomina primaria y surge por causa desconocida.

La artrosis de rodilla secundaria tiene una causa directa y ésta puede ser el envejecimiento, condicionantes hereditarios, obesidad, lesiones previas en la rodilla, sobrecarga de las articulaciones que pueden resultar por la práctica de determinados deportes, trabajos de fuerza, malas posturas, etcétera.

¿Qué síntomas ocasiona?

El síntoma más común es el dolor en la articulación al estar de pie, caminar por terrenos irregulares, subir o bajar escaleras, levantarse… Después de un tiempo en movimiento, el dolor cede pero al rato reaparece. También cede poco a poco en reposo.

Posteriormente, y conforme avanza la enfermedad, el dolor también aparecerá tras el reposo y tras el movimiento prolongado, hasta que el dolor es casi constante y ocasiona pérdidas funcionales al paciente.

La rodilla también puede hincharse, ponerse caliente y crujir. Incluso, con el tiempo, puede irse deformando y llegar a producir cojeras.

¿Tiene cura?

Lamentablemente la artrosis no tiene cura. Como dice la Asociación Española de Reumatología:

“Existen tratamientos muy útiles que van a permitir a la mayoría de los pacientes llevar una vida prácticamente normal o al menos aceptable. Los pacientes con artrosis de rodilla deben acostumbrarse a convivir con la enfermedad y adaptar su actividad a las manifestaciones de la misma”.

La modalidad de tratamiento varía en base a una serie de factores como la edad, el nivel de actividad, la historia terapéutica, el tamaño de la lesión, la localización, la severidad y el origen de la misma.

Tratamiento no quirúrgico

El tratamiento no quirúrgico incluye una serie de recomendaciones para los afectados por esta enfermedad con el fin de mejorar su vida diaria:

Evitar subir o bajar escaleras, así como estar mucho tiempo caminando o de pie.

Obesidad. Si ya de por sí es perjudicial para nuestra salud, si hablamos de la artrosis de rodilla mucho más. Las rodillas aguantan el peso del cuerpo, así que la obesidad puede agravar la enfermedad.

Variar la actividad deportiva. Es importante mantener un buen tono muscular pero mediante actividades que no sobrecarguen la articulación. Son recomendables la natación o la bicicleta y hay que huir de los deportes con carrera y salto.

– La aplicación de calor seco local para aliviar el dolor y relajar la musculatura. Si la articulación se inflama es recomendable aplicar frío local mediante bolsas de hielo o baños fríos

– Pude ser útil la ayuda de bastones, muletas o rodilleras.

-El médico pautará los analgésicos, antiinflamatorios, geles o cremas adecuados para cada paciente.

Tratamiento quirúrgico

En los casos en los que el paciente sufre una pérdida de movilidad o una merma considerable de calidad de vida, es conveniente recurrir a la cirugía para corregir los efectos de la enfermedad. Las opciones disponibles son:

Artroscopia: es la intervención menos invasiva y su fin es lavar o retirar las partículas de cartílago desprendidas y reparar la parte dañada del menisco. La artroscopia alivia los síntomas a corto plazo, pero no detiene el avance de la artrosis.

Osteotomía: consiste en alinear la articulación y equilibrar las cargas que se ejercen sobre ella seccionando partes de la tibia o el fémur próximas a la rodilla. Se trata de una opción que retrasa sustancialmente la necesidad de recurrir a una prótesis, aunque su viabilidad depende de otros factores del paciente.

Artroplastia: Cuando otros tratamientos no dan resultado o si el dolor se convierte en invalidante es necesario recurrir a una prótesis o artroplastia que sustituya la articulación por elementos realizados en aleaciones de metal y plástico. Con ella se alivia el dolor y aumenta la movilidad, permitiendo al paciente de artrosis llevar a cabo actividades físicas cotidianas con normalidad.

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